El coste del transporte marítimo baja por la menor demanda de mercancías.
Los fletes marítimos encadenan cuatro meses consecutivos de descensos semanales. Después de alcanzar cotas nunca vistas, con incrementos de hasta diez veces comparados con el promedio histórico a causa del colapso de las cadenas de suministro por la COVID, los fletes están regresando de manera progresiva a sus cauces.
El Baltic Dry Index, un índice promedio de referencia que mide el coste del transporte a granel, ya se encuentra en los niveles de prepandemia. El índice compuesto Drewry, que mide el coste de los barcos contenedores de 40 pies, lleva semanas a la baja. Estos últimos días ya ha caído un 66,5% en comparación con la misma semana del año pasado: cotiza en poco más de 4.000 dólares, cuando hace un año rozaba los 10.000 dólares.
¿En qué situación nos encontrábamos con la crisis del Coronavirus?
Con el confinamiento por el coronavirus en el 2020, los flujos comerciales se alteraron, los contenedores estaban mal repartidos y la demanda masiva de bienes con el boom del comercio electrónico llevaron las tarifas hasta el cielo. Poco a poco, la anomalía se ha reconducido.
¿Hacia qué tendencia vamos?
Detrás de una buena noticia siempre está la otra cara de la moneda: el comercio acostumbra a ser un buen indicador de la coyuntura. Cuando ralentiza, descuenta o anticipa la llegada de una próxima recesión. En todo caso, según comentan los operadores, esta bajada de las tarifas está siendo desigual. De entrada, el Baltic Index se refiere a la carga a granel, pero los buques contenedores presentan costes añadidos de almacenaje más lentos de reducir. Para que se tenga una idea, los precios de este tipo de barcos siguen estando cuatro veces más altos respecto a antes de la covid.
¿Esta situación es mundial?
También hay diferencias geográficas: los barcos que recorren el área del transpacífico han disminuido un 48% sus tiempos de recorrido en lo que va de año y sus precios han bajado de forma marcada. En cambio, en las rutas que transcurren entre Asia y Europa los tiempos de carga aún superan los 46 días, cuando antes de la COVID se estaba en 29 y las tarifas se reducen más lentamente. Una explicación es que en Estados Unidos ha habido presión para investigar posibles prácticas monopolísticas de las navieras, mientras que en Europa la Comisión, más laxa, revisará su marco regulatorio para el 2024: aquí, las navieras europeas y los distintos grupos de interés aprovechan para defender sus negocios, incluso en un contexto económico a la baja. “Los síntomas de recesión han hecho bajar los precios, pero estas compañías europeas todavía operan como un oligopolio de facto”.
¿Qué nos depara el futuro?
El futuro es incierto. Las navieras seguirán utilizando las cancelaciones como herramienta para mantener altos los fletes, por lo que es poco probable que los precios sigan bajando y alcanzarán pronto un suelo. Sin olvidar las cuestiones geopolíticas. La tensión entre Taiwán y China podría agudizar los problemas de la cadena de suministro en el estrecho de Taiwán, en un territorio con los complejos portuarios más grandes y con mayor actividad del mundo. El efecto dominó de un conflicto sería enorme, peor que la crisis en Ucrania.